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abril 23, 2006

Abstencionismo y calidad de la elección 

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Las democracias actuales cuentan con los procesos electorales como vehículo para elegir a sus gobernantes y legisladores, a partir de este hecho se han construido múltiples interpretaciones y mitos acerca de las elecciones.

El abstencionismo es un fenómeno frecuente, si no es que generalizado; se dice constantemente que el abstencionismo "gana" una elección cuando la ausencia de votantes registrados en el padrón se presenta en un importante porcentaje.
Pero nunca he tenido noticia de que una elección se haya proclamado como desierta porque no se hayan presentado en absoluto los electores. Si un sólo ciudadano emite su sufragio, entonces ese ciudadano decide el ganador del proceso.

Por principio de cuentas muchas personas tramitan la credencial de elector ya que es un documento con reconocimiento oficial, con el cual es posible acreditar la identidad y es un instrumento esencial para operaciones de diferente índole (bancarias y legales por mencionar algunas); sin embargo estás personas no tienen intenciones de votar en el caso de las contiendas electorales.

También consideremos a los ciudadanos con credencial que declinan a su derecho a votar: sea porque a su juicio la elección está definida en virtud de que alguno de los candidatos tiene asegurado el triunfo o la derrota, por la simpatía o antipatía que les inspiran las diferentes ofertas; o sencillamente porque ninguno de los candidatos resulta atractivo para emitir su voto.

Ejercer el voto es una forma de elegir a quienes gobernarán y harán leyes, pero no ejercerlo es otra forma de expresar que las instituciones, tanto la presidencia como los poderes de la Unión no están respondiendo con eficacia a las expectativas de la ciudadanía.
"Si no votas, no te quejes" rezan los carteles de la más reciente campaña de Televisa, este dicho tiene años que vienen siendo repetido en tiempos de elecciones. En otro frente, grupos y cantantes también abordan el mismo concepto con su campaña "Tu rock es votar".
Gran malentendido, un gobierno que es elegido en comicios electorales tiene la obligación de ejercer el poder en beneficio de toda la población: quienes le otorgaron su apoyo en las urnas, así como de quienes votaron por otro candidato y también de los que se abstuvieron.
De igual manera el derecho de que se respeten las leyes, de que se adopten medidas eficientes en la administración pública pertenece a todos, demandar que así sea es también una prerrogativa constitucional, "que la nación me lo demande" proclaman al prestar juramento al cargo.

Acudir a las urnas no es un asunto trivial, hace sentido cuando el elector tiene conocimiento de causa para argumentar y defender la intención de su voto. Ya sea el "voto duro" que emite el militante o el simpatizante del partido quienes están identificados con las políticas o ideologías, o el "voto razonado" que tiene su base en elementos que ponderan los beneficios y desventajas que en teoría sustentan las promesas que se hacen en campaña.
En función de estos dos tipos de sufragio podemos decir que los resultados de la elección responderán al pulso de la ciudadanía, que llevarán a funcionarios a los cargos y que son resultado de una auténtica radiografía de las fuerzas políticas y de sus simpatizantes.

Invitar a que se vote por el sólo hecho de hacerlo es de una irresponsabilidad incalculable. Cuando tenemos un escenario de tres fuerzas que prácticamente están empatadas es de suma importancia la evaluación de las plataformas ideológicas de los partidos, de la trayectoria y personalidad de los candidatos, de los argumentos de sus propuestas y de sus probables equipos para ejercer el poder. No es posible entonces que electores desinformados o manipulados vengan a decidir una elección.
Todos aquellos electores que se encuentran en un estado de pobreza, que son olvidados durante seis años por la administración y son comprados por una despensa o por alguna dádiva, vienen a decidir el resultado de un proceso electoral que le cuesta al país millones de pesos. También es el caso del "elector de medios", aquel que su intención de voto se mueve de acuerdo al ruido de los medios: a las campañas negativas y basadas en mentiras, a los chismes y declaraciones estridentes, a los chistes y a los programas cómicos.
Recién hace seis años cuando se pregonó las bondades del "voto útil" para sacar al PRI de Los Pinos y que viniera un gobierno que se autodenominó del "cambio". Se demostró que no hay utilidad en un voto que se basa en el odio a un contrario. Al caso por los electores de izquierda que votaron en favor de Vicente Fox y el PAN, debilitando la presencia de la izquierda en las cámaras y ahora podemos saberlo: abriéndole las puertas de Los Pinos a una persona inepta para el cargo y a un partido que ha trabajado en beneficio solamente de sus correligionarios.
Pero también anulando la posibilidad de nuevos partidos que pudieran reivindicar el quehacer de la política, de aquellos partidos que murieron en el intento de lograr el registro a costa de un "voto útil" que resulto inútil.

Me parece valido que un elector que no tiene claro el candidato o partido que más beneficios le pueda traer pueda confiar en el conocimiento y decisión del resto de los ciudadanos. Sin que esta declaración sea interpretada como alentar el abstencionismo, por el contrario es la preocupación de que las elecciones realmente sean de calidad: en base a análisis de las propuestas y a la trayectoria de los candidatos.

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