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febrero 25, 2004

La idea de la democracia 

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Cada que se cumple otro ciclo de elecciones (con sus largas campañas, las declaraciones, el día de la votación y sus respectivas impugnaciones) es inevitable la tentación de escudriñar el significado que comúnmente conocemos como democracia.
Igual que las campañas, también hay un antes y un después que construyen los analistas respecto a los procesos: las tendencias y los porcentajes del electorado, los niveles de abstencionismo, el calculo de los gastos del presupuesto y de los partidos. Este año en México hubo una cobertura inusual de los candidatos, en varios canales de televisión se reunieron hasta el cansancio a debatir y a reprocharse la trayectoria de sus partidos.

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En la más reciente jornada electoral se registró un abstencionismo récord de 60% aproximadamente, lo que significa que hay candidatos que ganaron sus respectivas diputaciones o gobernaturas con sólo 14% del voto total del padrón electoral. La mayoría de los comentarios de los articulistas de la prensa y televisión rayaron en el escándalo y culparon a la mediocridad y al descrédito en el que han caído los partidos políticos.
He de decir que he participado como funcionario de casilla y he asistido a votar en casi todas las fechas que corresponde. Y la impresión que tengo de los electores es que asisten a votar como quien va a una feria, a demostrarle a los demás que son ciudadanos ejemplares por el simple hecho de cruzar el escudo de alguno de los partidos. En otro caso parece que le están haciendo un favor a la patria. Me pregunto cuántos de esos electores realmente están informados como para considerar que la opción que están eligiendo nos conviene a todos.
No creo que el abstencionismo represente realmente un peligro para el destino político, yo prefiero que un 10% de los electores elija a los gobernantes, siempre y cuando estos sean los que conocen las diferentes plataformas de los partidos, así como la trayectoria de los candidatos. Nada garantiza que una votación a 100% del electorado signifique una decisión sabia.
En cualquier caso no parece tampoco que ese 40% actual de electores sea el que más conciencia política tiene. La tendencia parece apuntar a que los segmentos radicales de la población (el voto duro de los militantes de los partidos) serán los que consigan predominar en los procesos electorales. No se puede señalar como culpables a los partidos, la mayor dosis de mediocridad proviene de los electores que irresponsablemente se desentienden de la vida política.
Una multitud empadronada y ejerciendo el voto responsable tiene más peso que marchas incontables con machetes donde los únicos argumentos que cuentan son la fuerza y el chantaje.

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Quizá el único legado que queda de la Revolución Mexicana es el "sufragio efectivo, no reelección", esa frase que conjura los destinos de nuevos Porfirios Díaz. Sin embargo fueron 70 años los que un sólo partido pudo ejercer el poder con sus particulares ritos y costumbres. ¿Sirvió entonces de algo la Revolución?
Para que efectivamente se logre la original intención de que nadie se perpetúen en el poder. Se deberían implantar mecanismos para asegurar la alternancia partidista de un periodo de gobierno a otro. Una vez que el partido en el poder no pueda contender para el mismo cargo, de entrada se estaría ahorrando varios millones de pesos, e irónicamente se podrían trabajar con proyectos a largo plazo, con un interés orientado a la sociedad, y ya no en campañas perpetuas orquestadas desde los círculos de gobierno.
Si nos atenemos a sus raíces etimológicas, la democracia es el ejercicio del pueblo en el poder. En la adaptación de la representatividad (votaciones, elecciones) se ha venido desvirtuando el sentido de la democracia. Una jornada electoral no construye la democracia, una votación en la cámara no garantiza la democracia, tampoco un presidente en funciones.
¿Cómo se asegura la representatividad de los ciudadanos en las cámaras, en los juzgados, en cada uno de los aparatos de gobierno? Vale la pena desmenuzar a la democracia, a los partidos, a la "no reelección", a los medios, a los electores. ¡Se tiene que desmitificar a la democracia!
No hay sistema político perfecto sin transparencia y justicia. Mientras no se refuerce y se consolide la conciencia social, la educación como herramienta de desarrollo, cualquier esfuerzo que busque representatividad y buen gobierno será en vano.
El panorama es desalentador. La educación esta perdiendo recursos y la impunidad se esta volviendo una practica normal. Revertir la tendencia llevará varios años, y sobre todo buena voluntad.

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La política es una ciencia dinámica, para mantener una buena practica democrática es necesario que constantemente se reforme y se renueve la ley electoral. No es cuestión de legislar reformas para luego pasarle por encima a la ley. El Pemexgate, Los amigos de Fox, los partidos familiares; es decir, la corrupción generalizada está envolviendo y haciendo inaccesible la aplicación de la justicia. ¿Cómo el gobierno Fox limpiará el Pemexgate cuando su campaña viene precedida con fondos extranjeros, y por lo tanto ilegales?
Así como la ley y los partidos deben de moverse hacia la modernidad, es hora que el ciudadano se haga responsable de su cultura política, de que no sea un tema aburrido. Una ciudadanía sólida es la mejor piedra de apoyo para que la clase gobernante sea eficiente y limpia en el ejercicio del poder.
Con organismos civiles que vigilen y auditen a los gobiernos, con prensa y medios transparentes que difundan datos y análisis certeros y honestos, con una clase política que deje de ver la nación como una vaca llena de leche, entonces podremos construir un sistema político que distribuya con justicia las posibilidades de desarrollo a todos los individuos.

Apareció en el número de Julio de 2002 en al margen . net

febrero 24, 2004

Por una monarquía democrática 

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Tal vez Usted acostumbre leer y hojear revistas con fotografías y artículos de la alta sociedad de su ciudad, de su país y del mundo, supongamos entonces que lea la emblemática Hola! Además es probable que también le gustaría aparecer alguna vez posando sentada sobre sus rodillas en el sofá de su sala, o al timón de su yate, o con su traje de vaquero a la monta del pura sangre en su hacienda, o esquiando en los Alpes europeos. Pero lo más seguro es que aún o aparezca en las portadas de estás revistas porque no tiene aquel linaje necesario en su apellido, o bien su cuenta bancaria tiene números rojos en lugar de negros con muchos ceros antes del punto.

Todo parece indicar que existe una forma segura de que Usted lo haga: Conviertase en presidente de la república o en su defecto primera dama. No se preocupe si usted esta a la mitad de un divorcio (o ni siquiera lo ha comenzado), o si sus empresas naufragan o son de plano fantasmas, una vez en el poder podrá solucionar esos minúsculos detalles. Que no le quite el sueño si no sabe nada de historia o de política o de economía o si tampoco lee el periódico; asegúrese algunos libros de Og Mandino y aprenda a llorar en público y conquistará el corazón de toda una nación.

Si esta sugerencia no le parece nada original es porque efectivamente los autores de tal plan se llaman Vicente y Marta. Seguro que los conoce ya que llenan la pantalla cada noche con besos en Roma, con su amor eterno jurado en actos a beneficio (de quién sabe quien). Lo único que ensucia el rosa idilio: México, un país que se hunde en la corrupción partidista y gubernamental (lo mismo pues), un país con índices salvajes de criminalidad e injusticia, un país que se hunde en la incompetitividad, por mencionar un par de cosas.


La propuesta

En aras de procurarle lo mejor para México, debemos buscar un esquema en el cual tengamos una familia real que se ocupe de los asuntos protocolarios y el lucimiento, y un presidente o primer ministro que se encargue de la administración del gobierno. Finalmente le debe salir más barato al país gastar además en la monarquía (¿civil le llamaríamos?), que dejar que el presidente bese a su esposa mientras muestra desdén por el resto de los poderes y por el resto de la población.

Aprovechando las elecciones sexenales para presidente de la república, podríamos agregar una boleta más con los nombres (y los rostros en este particular caso) de los aspirantes a ocupar la monarquía. Habrá seguramente quienes se pronuncien que la familia real sea sólo una y ocurra las sucesiones vía línea sanguínea. Pero no, debemos asegurarnos dos cosas: la primera es que la silla presidencial (lo que se refiere al poder ejecutivo) no sea de nuevo ocupada por exhibicionistas y soñadores de fama y fortuna, y la segunda que todos tengamos oportunidad de aspirar a la monarquía.

Dejaríamos de preocuparnos (sólo en el caso de la elección monárquica) que los presuntos "Amigos del Rey" obtuvieran del extranjero los fondos para su campaña, ya no nos preocuparía que el Rey no tenga la menor idea de los fundamentos de economía y política, les aplaudiríamos viajar por el mundo para que jueguen a las escondidillas en los monumentos del extranjero, aunque uno siempre esta propenso a quemarse con detalles protocolarios (que si nadie le dijo al Rey que acá no se usa corbata).


Yo quiero ser rey

Con una bonita misa de coronación se podría darle todo el lucimiento que amerita el cargo, sería equivalente a cuando las misses terminan su reinado y le pasan la corona a la siguiente miss. Tendríamos también que realizar un concurso (me imagino en las paradisiacas playas de Cancún) donde las parejas aspirantes aparezcan en sus mejores trajes y donde nos digan (con preguntas aleatorias) que les gustaría hacer durante su reinado y el concepto que tienen de la paz del mundo. Así al llegar a las urnas (no nos vaya pasar lo que los tiradores mexicanos de penales) podremos entonces hacer la correcta elección: los más bonitos, los más refinados, los más cultos (para aquellos que se ponen ya muy exigentes).

Por supuesto que el Castillo de Chapultepec es el lugar más indicado para ser el recinto de los Reyes, para que de ninguna manera los asuntos mundanos lleguen hasta allá, que de ninguna manera salgan de los Pinos o de San Lázaro. Ya en Chapultepec se podrán organizar los conciertos de Elthon John sin la molestia de los acostumbrados grupos que protestan.

De proceder esta propuesta, por supuesto que seré el primero en contender en la primera elección ¿quién no quiere ser Fox?


Apareció en el número de Julio de 2002 en al margen . net

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