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marzo 06, 2006

Estrategia, administración e improvisación de las campañas 

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Una vez que se dieron a conocer los más recientes resultados de las encuestas, así como sus respectivos análisis, todo parece indicar que Andrés Manuel López Obrador ganará la elección el próximo 2 de julio. Tales resultados se deben en buena medida a las estrategias que han estructurado los partidos, pero principalmente los candidatos.

Hay un paralelismo importante entre Vicente Fox hace 6 años y López Obrador. Ambos tenían muy clara su aspiración por ser en primera instancia candidatos de sus partidos, a tal grado que ninguno de los dos tuvo oponentes, al extremo que ni siquiera hubo una elección interna. También en los dos casos comenzaron sus campañas con más de un año de anticipación, muy temprano en comparación del resto de los candidatos y partidos.
Tanto Fox como López Obrador están abrigados por equipos sólidos. Aquí si de una diferente naturaleza, en el caso de Vicente Fox fue de un equipo que se encargo de hacer una "coalición" de contribuyentes para soportar el gasto que significa una campaña política. Con López Obrador el equipo está conformado por personalidades que le han retribuido una amplia cobertura social, léase votos seguro; las redes ciudadanas y las personalidades del medio académico, literario y político son los pilares que sostienen a López Obrador en un lejano primer lugar.

Con la delantera de 7 a 10 puntos porcentuales el equipo de López Obrador está administrando la ventaja y por supuesto que no arriesgará más de lo necesario a su candidato. En el otro lado de la moneda el PAN y el PRI están haciendo lo posible por llegar por lo menos a un estado de igualdad. El ejemplo que claramente refleja lo anterior es el caso de los debates televisivos. Mientras que el PRD ha sentenciado que sólo asistirá a uno de los debates, los demás exigen que participe en todos los que han acordado ante el IFE.
Mucho se ha hablado de los debates, pero no tienen nada de extraño los movimientos de los partidos. En este momento López Obrador y el PRD no necesita de los debates, su ventaja es muy importante como para exponerse. Además imagine usted el rating de una transmisión sin López Obrador, el resto de los participantes lo necesitan para tener los reflectores.
Temo que los debates tienen más un carácter comercial que uno realmente político. Si usted siguió las entrevistas que Joaquín López Dóriga hizo a los candidatos, casi en todos los casos nos encontramos ante respuestas ambiguas, poco claras, discursos rehuyendo los temas delicados. No creo que tal carácter pueda cambiar en uno o en quince debates, por el contrario es un excelente escenario para la lucha en el lodo político, ahí donde hay acusaciones y altisonancias, y eso vende en televisión.

Quienes mejor puedan improvisar de los candidatos del PRI y del PAN igualmente mejor se podrán ubicar en las preferencias. Es una tarea complicada, ya se ha visto que los escándalos de sus partidos no desploman las preferencias de los votantes, ni el gobernador precioso Marín o el enriquecimiento de la familia Montiel, ni los movimientos corruptos de los hijos de Marta Sahagún o los funcionarios panistas que abusan de sus puestos políticos (Creel, Fernández de Cevallos, etc.), ni el recuerdo de Bejarano y Ponce.

En política no hay buenos profetas, un presunto golpe a un candidato podría fortalecerlo y hundir a su rival, una declaración desafortunada podría derrumbar la imagen de un candidato. No hay manera de poder pronosticar con certeza. Será interesante observar el resto de la campaña: el PRI parece aproximarse a su definitivo final, el PAN se quedo atascado y no tiene ideas ni recursos para hacer brillar un candidato falto de carisma, y un PRD que será conservador y protegerá a su candidato para que no pierda su ventaja.
El ajedrez político está en marcha, y no hay grandes jugadores en el tablero.

Artículo publicado en el diario Cambio en su edición del 31 de marzo de 2006.

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