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- Oscar Huerta es director
- de la revista al margen . net
- oscar.huerta@gmail.com
Acerca del autor
febrero 21, 2006
La política, acto de fe e intuición
.
El sitio Lupa Ciudadana (http://www.lupaciudadana.com.mx) realiza un ejercicio muy interesante donde invita analistas y especialistas en ciertos temas a revisar, registrar comentarios y finalmente calificar en una escala de uno a diez la factibilidad de las propuestas de los candidatos presidenciales, al menos de los 3 más importantes.
Más allá de los diferentes juicios que se muestran, lo cierto es que una propuesta no es garantía de que en el gobierno vayan a cumplir las promesas registradas durante las campañas. La experiencia más cercana es la del actual presidente Vicente Fox que ha incumplido casi todas las promesas que hiciera en su camino a la presidencia, si bien es cierto que el poder legislativo es un factor clave en concretar reformas, el poder ejecutivo que Fox encabeza fue incapaz de avanzar certeramente en los temas de importancia que la agenda política exige.
En el juego de la política, según hemos visto todo es posible, no es de extrañarse que un candidato tenga una lista de compromisos que coloque en el discurso durante su campaña, conocedor del impacto que puede tener en los electores, en los medios de comunicación y en las esferas de poder que influencian las decisiones (como el clero, las cúpulas empresariales, etc.); y que por otro lado tenga una agenda diferente en caso de llegar a la silla presidencial.
Un escenario también real, consiste en que a pesar de contar con sólidas propuestas, el escenario mundial cambie por algún evento inesperado. Tomemos de igual manera el caso de Vicente Fox que parte esencial de su agenda era lograr un tratado migratorio, pero cuando sucedieron los ataques a las torres gemelas, el tema se volvió intocable, un renglón en el que los norteamericanos no cederían.
El único antecedente que puede resultar confiable en estas condiciones es la trayectoria política de los actores. Los logros y las zonas grises que vengan mostrando en la función pública, así como en la iniciativa privada.
De tal manera que para las personas que no vengan haciendo un seguimiento de la política nacional, acercarse a la casilla a votar se convertirá en un acto de fe, de hacer la apuesta por el candidato que mejor se haya vendido en los comerciales y los carteles y espectaculares que se encuentras por todas las calles y avenidas.
En el otro lado de la moneda a quienes les interesa el tema político y conocen los usos y costumbres de los partidos y sus candidatos, la intuición es un factor determinante para hacer la elección y cruzar un logotipo en la boleta.
No hay análisis que resulte determinante, siempre estará la percepción del elector quien finalmente llevará a uno u a otro a la presidencia de la república.
El sitio Lupa Ciudadana (http://www.lupaciudadana.com.mx) realiza un ejercicio muy interesante donde invita analistas y especialistas en ciertos temas a revisar, registrar comentarios y finalmente calificar en una escala de uno a diez la factibilidad de las propuestas de los candidatos presidenciales, al menos de los 3 más importantes.
Más allá de los diferentes juicios que se muestran, lo cierto es que una propuesta no es garantía de que en el gobierno vayan a cumplir las promesas registradas durante las campañas. La experiencia más cercana es la del actual presidente Vicente Fox que ha incumplido casi todas las promesas que hiciera en su camino a la presidencia, si bien es cierto que el poder legislativo es un factor clave en concretar reformas, el poder ejecutivo que Fox encabeza fue incapaz de avanzar certeramente en los temas de importancia que la agenda política exige.
En el juego de la política, según hemos visto todo es posible, no es de extrañarse que un candidato tenga una lista de compromisos que coloque en el discurso durante su campaña, conocedor del impacto que puede tener en los electores, en los medios de comunicación y en las esferas de poder que influencian las decisiones (como el clero, las cúpulas empresariales, etc.); y que por otro lado tenga una agenda diferente en caso de llegar a la silla presidencial.
Un escenario también real, consiste en que a pesar de contar con sólidas propuestas, el escenario mundial cambie por algún evento inesperado. Tomemos de igual manera el caso de Vicente Fox que parte esencial de su agenda era lograr un tratado migratorio, pero cuando sucedieron los ataques a las torres gemelas, el tema se volvió intocable, un renglón en el que los norteamericanos no cederían.
El único antecedente que puede resultar confiable en estas condiciones es la trayectoria política de los actores. Los logros y las zonas grises que vengan mostrando en la función pública, así como en la iniciativa privada.
De tal manera que para las personas que no vengan haciendo un seguimiento de la política nacional, acercarse a la casilla a votar se convertirá en un acto de fe, de hacer la apuesta por el candidato que mejor se haya vendido en los comerciales y los carteles y espectaculares que se encuentras por todas las calles y avenidas.
En el otro lado de la moneda a quienes les interesa el tema político y conocen los usos y costumbres de los partidos y sus candidatos, la intuición es un factor determinante para hacer la elección y cruzar un logotipo en la boleta.
No hay análisis que resulte determinante, siempre estará la percepción del elector quien finalmente llevará a uno u a otro a la presidencia de la república.