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septiembre 07, 2004

El cuarto informe de gobierno 

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Se han cumplido casi dos terceras partes del sexenio del gobierno de Vicente Fox, el cuarto informe es un buen reflejo de su gobierno. El presidente prácticamente estuvó corriendo con los datos que tenía apuntados, le urgía salir del recinto. Los datos que presentó fueron irreales y fuera de contexto. Pero vamos por partes.


El modelo agotado
En los días posteriores se ha dicho hasta el cansancio que el informe de gobierno es un modelo que ha sido rebasado y que ya no funciona más. Pero no coincido con estos analistas, me parece muy coherente que al menos una vez al año el titular del ejecutivo se presente a rendir cuentas a la Nación. La solución que se menciona constantemente es que se mande un texto que sea analizado en las cámaras, pero de esta manera casi nada llegaría a la ciudadanía.
El problema del informe es que nunca fue tomado realmente como un ejercicio para evaluar el estado del país, era el evento para celebrar el presidencialismo, al debilitarse éste el informe también se ha visto afectado en el mismo sentido.
La autocrítica es entendida como un signo de debilidad, nadie se ha atrevido a ser directo con los potenciales problemas que enfrenta el país, desde la incapacidad para afrontar el panorama de la economía global hasta el desorden que impide legislar y regular un escenario que propicie el desarrollo de las empresas y de los trabajadores.
Por el contrario el presidente se ha dedicado a disparar datos inconexos y poco serios, así como graves omisiones y algunas ficciones que rayan en la estúpidez (como prometer que en dos años los grados avanzados de la primaria contarán con pizarrones digitales).

El respeto al derecho ajeno es la paz
¿Qué se puede esperar cuando un presidente continuamente ataca y lanza indirectas a las cámaras en entrevistas banqueteras? Toda acción tiene una reacción de igual magnitud, los adjetivos irresponsables le fueron gritados uno a uno en su lectura.
Sumemos que la corriente panista, a la cuál el presidente pertenece, ha emprendido una cruzada contra López Obrador y el partido al que pertenece. El personaje omnipresente en el informe y en la mayoría de los programas de análisis fue el candidato número uno y no el actual presidente. El grito al "no al desafuero" desarticuló la retórica del presidente.
La actitud del PRI fue en esta ocasión sui generis, están aguardando que se destrocen entre el PRD y el PAN para quedarse con la presidencia del 2006, nada tiene que ver con la postura que puedan defender en caso dado, simplemente no necesitan arriesgar nada en este momento, harán las alianzas temporales con cualquier bando, siempre y cuando les beneficien.
Por si no fuera suficiente, las calles estuvieron tomadas por sindicalistas y obreros que perciben que el actual presidente está atentando contra las garantías y la integridad de la ciudadanía. Hace varios años que no veíamos a la sociedad civil (una parte de ella) estrangulando el optimismo presidencial.

La izquierda
En 1988 nadie se imaginó en primer lugar que un candidato de izquierda pudiera ganar la presidencia, y a continuación un ataque gubernamental a la democracia al hacer estallar el sistema de conteo de votos para poder modificar el resultado despojando a Cuahutemoc Cárdenas de la presidencia. Así en el sexenio de Carlos Salinas comenzó a erosionarse realmente el sistema político mexicano.
Poco tiempo después, 2006, nuevamente se vuelve a presentar el escenario donde la izquierda vuelve a tener la posibilidad de ganar la presidencia. A diferencia del 88, el partido en el poder se ha preocupado por impedir que el candidato de la izquierda pueda llegar siquiera a la elección.
Coincide en tiempo con la reforma del IMSS (ésta desde el ejecutivo y el legislativo), entonces la población comienza a desconfiar de todos los actores políticos, desde los gobernantes, los legisladores y los partidos en general.


Tengo que decir que el escándalo que claman los observadores y analistas es una exageración. Estas expresiones que se enmarcan en una transición democrática me parecen normales. Cuando las ideologías de los partidos y los proyectos de bienestar social son tan dispares, es muy normal que nos encontremos con la estridencia que presenciamos el pasado primero de septiembre.
El anterior espectáculo representa el desinterés de la sociedad civil. Solamente algunas voces en la prensa y la televisión y la radio han levantado la voz. El resto de los ciudadanos claman que la política es una porquería y que no hay razón para interesarse a entender la política. Mientras no haya una actitud responsable de los votantes, seguiremos presenciando los patéticos informes que desde hace años se van haciendo normales en la escena de la política mexicana.

P.d.
Llama la atención los esfuerzos del PRD por modernizar y evolucionar, han convocado a académicos, escritores y personajes de la política para realizar una transformación, algunos nombres que garantizarán un estudio serio: Miguel Ángel Granados Chapa, Roger Bartra, Soledad Loaeza, Paco Ignacio Taibo II, entre otros. Ojalá haya buenos resultados.

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